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Arquetipos y tradiciones

Es ampliamente aceptado que la cultura es influenciada por nuestra biología y genética, pero también se construye mediante la educación y experiencias. (11) Muchos de nuestros gestos y comportamientos cotidianos tienen sus raíces en un pasado lejano, del cual, en gran parte, no tenemos plena conciencia. No sólo heredamos genéticamente rasgos de nuestros antepasados, sino que también internalizamos la cultura y tradiciones de nuestra nación, manifestándose muchas veces a nivel inconsciente.

El fenómeno descrito podría explicar por qué, en algunas sociedades, persisten comportamientos económicos que divergen de los promovidos e impuestos por la ideología del libre mercado. Nos referimos, en particular, a lo señalado en el capítulo anterior (12) en relación con los arquetipos revelados por Jung (13) y a las actividades económicas analizadas en contextos territoriales específicos.

Desde esta perspectiva, no podemos olvidar cómo la cultura tradicional se manifiesta a través de una serie de hábitos y comportamientos casi automáticos, arraigados en arquetipos mentales ampliamente compartidos por poblaciones que residen en territorios culturalmente homogéneos. Jung describía los arquetipos como imágenes primordiales, imágenes ancestrales, prototipos o residuos mnémicos, subrayando así su profundo origen en un pasado remoto de la humanidad.

Los arquetipos, por lo tanto, representarían huellas hereditarias de las primeras experiencias existenciales del ser humano en relación con la naturaleza, los demás y consigo mismo. De hecho, a nivel inconsciente, los arquetipos emergen como formas dinámicas que influyen en ciertas sociedades culturalmente homogéneas y las organizan con base en estos a priori. Desde esta perspectiva, el «inconsciente colectivo» podría ser visto como una estructura mental de la que derivan esos comportamientos económicos que se consideran desviados o anómalos. (14)

Efectivamente, estas reflexiones nos abren el camino para retomar el control de nuestra vida económica y social. Sin embargo, ello requiere una revisión personal de nuestra relación con el consumo y el utilitarismo. Afortunadamente, las realidades territoriales de las que hemos hablado anteriormente han, en parte, ya emprendido este cambio, que ha resultado esencial para alcanzar los éxitos obtenidos.

De las páginas 149-150 de «¿Utopía? Persistencias culturales y economía» de Angelo Cacciola Donati